Manual Sadomasoporno
Alberto Laiseca
Editorial Muerde Muertos
Colección Muerde
2017
Tapa blanda, rústica con solapas
97 páginas
Ilustraciones de Carlos Marcos
Impreso en Buenos Aires (Argentina)
✶ ESTADO: 10/10. Impecable estado.
Sin detalles
✶ SINOPSIS:
Manual sadomasoporno es uno de los libros más singulares dentro de la obra de Alberto Laiseca. El libro reúne una serie de textos breves donde Laiseca explora, de manera deliberadamente exagerada y paródica, los territorios del erotismo extremo, el sadomasoquismo, la pornografía y la fantasía delirante. No se trata de un manual en sentido estricto, sino de un libro que utiliza la apariencia de guía o tratado para trabajar con humor negro, excesos narrativos y un estilo deliberadamente grotesco.
En lugar de una trama lineal, el libro propone una sucesión de escenas, definiciones, reflexiones absurdas, listas, advertencias e instrucciones paródicas. Los textos funcionan como una ampliación del mundo laisequiano que ya aparecía en novelas y relatos anteriores, con su mezcla de horror, risa y exceso como poética central. El tono combina erudición falsa, pastiches de lenguaje técnico y una imaginería sexual desbordada que se vuelve vehículo para el humor y la sátira.
Dentro del recorrido general de la obra de Laiseca, Manual sadomasoporno dialoga con otros libros de experimentación y desborde, como Los Sorias o Aventuras de un novelista atonal, pero en un registro más breve y frontalmente humorístico. La crítica lo ha leído como una pieza menor en extensión, pero significativa en la construcción del “laisecato literario”: ese territorio donde conviven el exceso, la imaginación desatada y la parodia de géneros.
No existe una sinopsis tradicional porque el libro no desarrolla una historia. Es más bien un artefacto de escritura: un compendio de ideas, instrucciones inventadas y escenas extremas que juegan a exagerar lo que un “manual” podría contener. La lectura se vuelve así una experiencia de acumulación de tonos y desvíos, más cercana a un catálogo delirante que a una narrativa convencional.

✶ EXTRA: Ese agujero no soy yo - Por Carlos Marcos y José María Marcos
El ingenio es mucho menos frecuente
que la erudición
y mucho más interesante
para el lector.
Chesterton
LOS CONSEJOS DEL VIEJO LAI
La editorial Carne Argentina publicó en 2007 el Manual sadomasoporno (ex tractat), un breviario donde la descripción de técnicas sádicas y masoquistas conviven sin empujarse con aforismos, la comedia negrísima, el humor esquizofrénico, la reescritura creativa, opiniones científicas, recomendaciones para los jóvenes y otras tantas obsesiones de Alberto Laiseca (1941-2016).
La presente edición de Muerde Muertos —con ilustraciones de Carlos Marcos y diseño de la artista visual Mica Hernández— busca aproximarse a la elegancia de la versión original. Ilustrado con una serie obras de Lilian Almada, fotografiadas por Magalí Flaks, y dibujos de Victoria Accorinti, el diseño en formato álbum del primer Manual fue realizado por Eugenia Herrero. Aquella tirada tuvo una sobrecubierta blanca con el número 1725, siguiendo la cantidad de libros que el autor tenía catalogados y forrados en su departamento de San José de Calasanz, en el barrio porteño de Caballito. La edición estuvo en manos de la escritora Selva Almada, a quien Laiseca le dedicó el libro, porque ella fue central para que hoy podamos disfrutar de un texto clave en la obra del autor de Los sorias.
DANZANDO DESDE LO OSCURO
El Manual podría inscribirse en una larguísima tradición de autores y textos que utilizan la ironía, el ingenio, las bromas más triviales, las burlas más agobiantes y el sarcasmo más exquisito con el fin de conmover, desde Aristófanes hasta Petronio, desde Francisco de Quevedo hasta Miguel de Cervantes, pasando por François Rabelais, Charles Dickens, Mark Twain, el adorado Oscar Wilde, Eugène Ionesco, Groucho Marx y Boris Vian.
Danzando una imaginería popular sumamente argentina, Laiseca empuña la picaresca, la caricatura, la poesía burlesca, el disparate y el esperpento como mecanismos de un realismo delirante que pone lo establecido en la cuerda floja.
“Viaje desde lo oscuro hacia lo luminoso”, el comienzo de este libro es una promesa y también una advertencia: “Sadismo es amor. Masoquismo es ternura. Vampirismo es protección. Por el culo no es incesto. Una sola vez no preña (licencia poética)”. Lo cual, en lenguaje laisequeano, quiere decir algo así: “Abandone todos sus prejuicios antes de entrar a mi castillo gótico. Si lo hace, saldrá beneficiado. Se lo aseguro. Confíe en este Viejo Vizcacha del sadomasoporno”.
NO SOY YO, ES ÉL
El erotismo y la lubricidad, el drama y el sainete, la verdad y la realidad mantienen relaciones adúlteras frente al desagrado de las absurdas pretensiones que provoca la arquitectura del orden.
En la década del 70, la actriz porno californiana Juliet Anderson fue invitada al cine al estreno de uno de sus films. Era la primera vez que se veía en una pantalla gigante y estaba entusiasmadísima. A los pocos minutos de una trama inexistente la cámara muestra su culo abierto como un kiosco 24 horas en un primerísimo plano. Juliet ofendida se levanta de la butaca y se retira de la función al grito de “Ese agujero no soy yo”.
Muchos años y agujeros más acá, en una performance del posporno en Buenos Aires, cuatro jovencitas se quitaban la ropa mientras declamaban fragmentos de un manual de usos y costumbres de los mataderos de animales, con instrucciones más o menos sangrientas para llevar la tarea adelante. Rondando entre el público presente mostraban el esplendor de sus carnes y sus pelambres más íntimas. Una de ellas culminó su lectura con las piernas abiertas frente a una pareja de muchachitos, uno de ellos no podía apartar la vista a pocos centímetros de la entrepierna en flor, mientras apretaba fuertemente la mano de su compañero. Terminada la lectura, este joven, claramente compungido, le dice a su novio: “Nunca había visto una tan de cerca”, y su consorte lo abraza con un cariño y una dulzura infinitos.
El desconcierto de la actriz californiana y del joven porteño revelan el impacto que causa el erotismo y la sátira delante de nuestras narices. Es un asombro que nos maravilla y extranjeriza de nosotros mismos.
A fin de cuentas todo se reduce a una cuestión de perspectiva. Por eso, como aconsejaría el Viejo Lai, arrímese a este fogón para calentar el cuerpo y el alma, aunque no tan cerca para evitar quemarse. Aproveche que los Santos del Cielo han previsto que el Manual no sea tan extenso pero sí lo suficientemente espacioso pa’ que no falte nada.

Alberto Laiseca (1941-2016)