A sangre fria
(In cold blood)
Truman Capote
Círculo de Lectores – Noguer
1972
Traducción de María Luisa Borras
Tapa dura
360 páginas
Impreso en España
✶ ESTADO: 9/10 Excelente estado. Sin sobrecubierta original.
✶ SINOPSIS:
El 15 de noviembre de 1959, en un pueblecito de Kansas, los cuatro miembros de la familia Clutter fueron salvajemente asesinados en su casa. Los crímenes eran aparentemente inmotivados, y no se encontraron claves que permitieran identificar a los asesinos. Cinco años, cuatro meses y veintinueve días más tarde, el 14 de abril de 1965, Dick Hickcock y Perry Smith fueron ahorcados como culpables de las muertes en la penitenciaría del estado de Kansas. A partir de estos hechos, y tras realizar largas y minuciosas investigaciones con los protagonistas reales de la historia, Truman Capote dio un vuelco a su carrera de narrador y escribió A sangre fría, la novela que le consagró definitivamente como uno de los grandes de la literatura norteamericana del siglo XX.
Capote sigue paso a paso la vida del pequeño pueblecito, esboza retratos de los que serían víctimas de una muerte tan espantosa como insospechada, acompaña a la policía en las pesquisas que condujeron al descubrimiento y detención de Hickcock y Smith y, sobre todo, se concentra en los dos criminales psicópatas hasta construir dos personajes perfectamente perfilados, a los que el lector llegará a conocer íntimamente. Al yuxtaponer las vidas y el sistema de valores de los Clutter con los de los asesinos, Capote nos brinda su visión de la doblez de la vida norteamericana.
A sangre fría se convirtió en una extraordinaria pieza del llamado “nuevo periodismo”, que trasladaba las herramientas de la literatura a la narración de hechos reales. Capote mismo dijo que inauguraba un nuevo género literario: la novela de no ficción, más allá de que ya había antecedentes, como Operación Masacre de Rodolfo Walsh (1957).
✶ EXTRA: Cien años de Truman Capote, por Horacio Convertini
Capote quería escribir y tenía dos armas fundamentales: el combustible de una niñez triste y la materia prima de un talento innato. Empezó a publicar cuentos en los años ’40 y uno de ellos, “Shut a Final Door”, ganó un destacadísimo premio de narraciones breves, el O’Henry, que más tarde obtendrían Faulkner y Cheever, entre otros grandes autores.
El primer intento de escribir una novela fue un desastre. Una vez terminado el manuscrito, decidió descartarlo. “La escritura dejó de ser divertida para mí cuando descubrí la diferencia entre escribir bien y escribir mal. Más adelante haría un descubrimiento mucho más alarmante todavía: la diferencia entre escribir muy bien y el verdadero arte; es una diferencia sutil, pero salvaje”, escribiría en el prólogo de Música para camaleones.
Pero Capote tenía el don y terminó brotando en obras de singular belleza: Otras voces, otros ámbitos (en la cual aborda el tema de su homosexualidad), El arpa de hierba (donde aparecen pincelazos de su infancia en Alabama) y Desayuno en Tiffany’s. Capote no sólo se convirtió en un escritor de éxito sino también en una celebridad que ejercía una extraña atracción sobre el jet set neoyorquino, donde se movía como un pavo real.
Truman Capote, Nueva Orleans, 1947 - Foto de Henri Cartier-Bresson
La noche del 14 de noviembre de 1959, dos presos que gozaban de libertad condicional, Richard Hickock y Percy Smith, entraron a robar a una granja de Holcomb, Kansas. Tenían el dato de que el dueño de casa, Herb Clutter, guardaba una caja fuerte llena de dinero en efectivo. Como no la encontraron, degollaron al hombre y mataron con disparos de escopeta a su esposa y a sus dos hijos adolescentes.
Capote leyó la noticia en The New York Times y viajó a Holcomb, entusiasmado con hacer un reportaje a fondo para la revista The New Yorker. Lo acompañó Harper Lee, la autora de Matar a un ruiseñor, su gran amiga de los años en Monroeville, quien resultó fundamental para que los lugareños perdieran su reticencia inicial a hablar de la masacre con un citadino algo excéntrico y amanerado.
El caso se le transformó en una obsesión. Hizo centenares de entrevistas. No tomaba notas porque decía que eso lo distraía, pero Harper Lee lo ayudaba luego a pasar al papel los datos y testimonios, que llegaron a completar unas seis mil páginas. Cuando Hickock y Smith fueron detenidos, los visitó en prisión y estableció con ellos un contacto fluido.
Perry Smith (izquierda) y Richard Hickock (derecha)
El libro (porque ya no sería una crónica para una revista sino algo mayor) cambió de foco: el interés original por pulsar el ánimo de un pueblo conmocionado por un crimen atroz se desplazó hacia un intento de comprender la mente de los asesinos, especialmente de Smith, alguien, como él, de estatura baja y comportamiento aniñado. ¿Fue una búsqueda de empatía? ¿Manipuló de alguna manera a Smith? ¿Estableció con él un vínculo afectivo? ¿Inventó “mentiras sólo para convertir la narración en una historia más truculenta”, como asegura uno de sus biógrafos?
Lo concreto es que la investigación de Capote, A sangre fría, se publicó 1966, luego de que Hickock y Smith fueran condenados a muerte y ejecutados en la Penitenciaría de Kansas el 14 de abril de 1965.
Truman Capote en el living de la granja de la familia Clutter
A Capote le quedó el sabor amargo de no ganar el Pulitzer, pero se dio el lujo de celebrar el éxito con las mayores socialité de la época en el hotel Plaza de Nueva York. Estuvieron desde Mia Farrow y Frank Sinatra hasta Oscar de la Renta y Tennessee Williams. Y desde luego, los cisnes de Truman: mujeres de la alta sociedad que le habían abierto las puertas de sus vidas. Dress code. Los caballeros de esmoquin negro y máscara negra. Las señoras de vestido largo, negro o blanco. Máscara blanca. Se descorcharon 450 botellas de champagne, a razón de una por invitado.
Y aquí, en la cúspide, comenzó el fin. Porque tras un bache creativo de nueve años, Capote publicó en la revista Esquire un adelanto de la novela Plegarias atendidas, que estaba escribiendo. Y en ese texto, con nombres cambiados pero escenarios muy reconocibles, revelaba los secretos más oscuros de sus amigas millonarias. Una de ellas era Babe Paley, ex editora de Vogue, esposa del dueño de la cadena televisiva CBS, influencer de estilo de quien el propio Capote había dicho: “Sólo tenía un defecto, era perfecta”. En la historia de la mujer que sufre la escandalosa infidelidad de su marido, Babe pudo reconocerse. Y su venganza contra Capote fue brutal: le cerró todas las puertas de la high society que a él tanto le fascinaban.
El vacío en torno al escritor fue tan grande que “Plegarias atendidas” recién pudo ser publicado dos años después de su muerte, en 1986.