Escritos sobre estetica y problemas de la literatura
Juan Bautista Alberdi
Editorial La Rosa Blindada
Colección Ensayos Juan María Guttiérrez
1965
Tapa blanda, rústica sin solapas
91 páginas
Colección dirigida por León Pomer.
Tapa de Carlos Gorriarena
Impreso en Buenos Aires (Argentina)
✶ ESTADO: 9/10. Muy buen estado
Desgastes mínimos por paso del tiempo
✶ SINOPSIS:
Bajo la advocación del polígrafo eminente inauguramos una nueva colección, sobre cuestiones de estética problemática de la literatura nacional. Nada más adecuado para el inicio que el Prólogo de Alberdi, aquel de 1841 en Montevideo, acompañado de dos trabajos de pareja importancia y de fragmentos de distintas obras seleccionadas y prologados por León Pomer, metódico investigador de nuestra generación abocado hoy al rescate de tanto material disperso, para arrojar nueva luz sobre los escritores purificados por la historia liberal. (Revista La Rosa Blindada N° 3 (Diciembe de 1964) – Sección: El Topo Blindado, “Nuestra última serie”.
✶ CONTENIDO:
INDICE
- El Juan Bautista del Prólogo, por León Pomer
1- Prólogo al certamen poético de 1841
2- De losdestinos de la lengua castellana en la América antes española
3- Evoluciones de la lengua castellana
4- Literatura y cultura (selección)
✶ EXTRA: Reportaje a José Luis Mangieri (Silvina Friera Página 12)
Heredó de su padre, un obrero anarquista y milonguero, esa vitalidad que caracteriza al legendario editor de La Rosa Blindada y Libros de Tierra Firme.
Cuando el adolescente Mangieri leyó El violín del diablo, de Raúl González Tuñón, algo cambió: “Me dio vuelta la cabeza y empecé a escribir poesía”, recuerda. “Después tuve el privilegio de conocerlo, frecuentarlo y editarlo. Nunca se volvió a repetir la figura de Raúl en la poesía argentina. El nos ayudó mucho.”
En la década del ‘60, mientras Mangieri trabajaba en Eudeba y militaba en el Partido Comunista, al que se había afiliado en 1953, pensó que él podía ser editor y decidió copiar la idea que habían implementado en esa editorial universitaria: cuatro libritos en un paquete. Al principio, en 1962, la editorial de Mangieri se llamó Ediciones Horizonte, pero posteriormente adoptó el nombre de La Rosa Blindada, en homenaje al libro escrito por Tuñón sobre la insurrección de los mineros de Asturias.
La revista homónima, que recién apareció en octubre de 1964, tuvo una tirada de 10 mil ejemplares hasta el cuarto número. Los uniformados de Onganía clausuraron la revista, que sacó su último número, el noveno, en septiembre de 1966. Además de Mangieri y Carlos Alberto Brocato en calidad de directores, el staff editorial incluía a Juan Gelman, Roberto Cossa, Octavio Getino, Roberto Raschella y Javier Villafañe, entre otros.
–¿Cómo afrontó usted la derrota de parte de los ideales que los politizaron en los ‘60?
–Siempre pensé que la historia nos esperaba a la vuelta de la esquina, pero la historia, que es mujer, nos metió los cuernos. Y a la vuelta de la esquina nos esperaban 30 mil muertos y miles y miles de exiliados. La historia argentina está cruzada de zanjones sangrientos: el golpe del ‘30, que en la práctica liquidó a la generación del ‘22, la de Tuñón, la de Arlt y de Borges, en tanto generación, aunque ellos pudieron seguir escribiendo en el ámbito individual. Lo mismo pasó con la generación del ‘60, que el golpe de Onganía desmanteló. Una gran tragedia argentina fue que la izquierda no entendió al peronismo. Este es un país canibalesco, antropofágico, pero supongo que no siempre ha sido así.
–Decía que la izquierda no pudo comprender al peronismo. ¿Cómo fue su experiencia?
–Como buen afiliado al Partido Comunista, era bien gorila. Fioravanti, el dirigente anarquista, les dijo a sus compañeros anarquistas respecto del17 del octubre: “Ojo, compañeros, que ahí está la clase obrera, ahí está el pueblo”. Ya había en él una comprensión y, gustara o no, ahí estaba el pueblo. ¿Cómo se explica que después de 55 años el peronismo siga eligiendo presidente? O gobiernan ellos o no dejan gobernar. Algunos dicen que el peronismo reformista le lavó la cabeza a la clase obrera. Me parece que es mucho más complejo. Perón repartió el 52 por ciento del Producto Bruto interno, mientras que en esa época la gran democracia sueca sólo repartió el 30.
–¿Hubo algún otro modelo de editorial, además de Eudeba, que haya ejercido influencia en La Rosa Blindada?
–Yo estuve en China en el ‘66 con Andrés Rivera, y ahí nos contactamos con François Maspero, un gran editor de izquierda. Nosotros nos politizamos, siguiendo la realidad argentina, pero teniendo en cuenta la experiencia editorial de Maspero. En América latina pudimos hacer lo que hicimos en alguna medida porque los yanquis tenían las manos atadas con Vietnam: una vez que se desataron, se encargaron de nosotros. Me acuerdo de que en los ‘70, los libros de Giap se vendían en las estaciones de subte, en Tribunales, en Palermo. El librero Damián Carlos Hernández, al que siempre le llevaba las novedades, me dijo un día: “Con tal que tenga el pie de La Rosa Blindada, traeme la edición completa”.
–¿El hecho de haberse dedicado a la edición le restó tiempo al poeta?
–No. Seguí escribiendo poesía, edité un primer libro, 15 poemas y un títere, el único que tengo publicado, y ahora voy a sacar Poemas del amor y de la guerra. Siempre digo que la poesía es el género literario de la resistencia y algunos amigos míos narradores me protestan. En la poesía, si se te pudrió un versito, se te pudrió todo. Además, como género, exige del lector una entrega absoluta, por más que Oliverio Girondo escribió aquel famoso libro Veinte poemas para ser leídos en el tranvía. No se puede leer la poesía en el tranvía, no porque no haya tranvías sino porque la poesía te obliga a una entrega total.
–Cuando estaba terminando la dictadura, creó la editorial Libros de Tierra Firme. ¿Por qué no volvió con La Rosa Blindada?
–No quiero ser una caricatura de lo que fui. La Rosa Blindada cumplió con un contenido que correspondía, equivocado o no, al momento histórico que se vivía en el país. La Rosa Blindada era un título de la utopía, en cambio con Libros de Tierra Firme me pareció que teníamos más los pies sobre la tierra. Esta es una época de transición: sabemos de dónde venimos, pero no a dónde vamos. Y las épocas de transición son necesariamente híbridas; estamos reacomodando las cargas del pasado y las del presente. Todo vuelve a empezar, pero estamos lejos del asalto al cielo, como quisimos.
–Al estar viviendo en un momento de transición, ¿se plantea qué significa para usted ser de izquierda?
–Sigo siendo un tipo que quiere luchar contra el sistema, que es tremendamente injusto, en el que vivimos con 55 millones de vacas y 9 millones de indigentes. Ser de izquierda consistiría en juntar los pedazos y tratar de luchar en forma organizada contra el sistema. ¿Ahora en qué te organizás: en los sindicatos, en la cultura, en revistas, en editoriales? Venimos de una gran derrota y estamos en eso de juntar los pedazos. Es duro porque estamos muy fragmentados, mientras la derecha siempre sigue estando unida: saben muy bien lo que es el poder. Como decía Lenin: “Todo es ilusión, menos el poder”.
José Luis Mangieri (1924-2008)