La montonera de Ahuancruz
Carlos Molina Massey
Editorial America Gaucha
1950
Tapa semirigida, con sobrecubierta original
266 páginas
Impreso en Talleres Gráficos Bartolome Chiesino
✶ ESTADO: 9/10. Excelente estado
Sin detalles
Novela de ambiente histórico de la época de Rosas
✶ SINOPSIS:
Carlos Molina Massey fue un poeta y escritor argentino nacido en el campo de la Provincia de Buenos Aires, en el año 1884. Comenzó a publicar en la revista Caras y Caretas, principlamente poemas.
Su literatura se abocó fundamentalmente a enaltecer la figura y la historia del gaucho argentino. De su poesía gauchesca son famosas sus obras A punta de lanza – Poema Épico y Campu Ajuera. De su obra narrativa se destacan De los tiempos de antes, El Prófugo y La montonera de Ahuancruz
Carlos Molina Massey
✶ EXTRA: comienzo de la novela
Desde que rayó el día, los borogas de más allá de las tolderías del Tapalquén habían hecho irrupción en campos de la estancia de don Cosme Albornoz. Los grupos de indios invasores se habían abierto en dos alas hacia el sur, rodeando y arreando cuanta hacienda encontraban al paso. Las gentes de los puestos, las de los ranchos dispersos por cañadones y pajonales anegadizos, las más próximas al arroyo que eran como el atalaya de aquella frontera, sólo habían atinado a huir, abandonando viviendas y animales. Se las veía cruzar a media rienda, montadas en pelo o sobre mal alineados recados, con las caras contraídas por el pavor, en procura de las casas de la estancia donde esperaban ha llar seguro refugio.
Mujeres, cubiertas las cabezas con mal anudados pañuelos, llevando en brazos o en ancas a sus pequeños hijos semidesnudos; hombres de barbas crecidas; muchachones capaces de esgrimir ya el facón o la lanza que alzaran para su defensa, todos, con las miradas hoscas vueltas hacia el malón que apuntaba en la lejanía, apresuraban la tuga, como si los persiguiera un huracán siniestro. Don Cosme Albornoz, el señor y caudillo de aquellos campos cuyos límites señalaban por el oeste la nueva línea de fronteras recientemente establecida por el gobierno de Rosas, no se encontraba esa mañana en su estancia-fortín. Había llegado de Buenos Aires dos días atrás, con su madre misia Martina y su hija Petronita, y había salido en la madrugada anterior a recorrer la línea por el curso del Callvú Leuvú llevando una escolta de cincuenta hombres de lanza. Había dejado don Cosme a las señoras en el reducto del real, con escasa guarnición, puesto que nada hacía suponer el levantamiento de los borogas. Se proponía estar de vuelta al cabo de una semana, luego de entrevistarse con el jefe de la guarnición del Azul en procura de un entendimiento para la mejor vigilancia de la zona.