Sinblablá
Silvio Baldessari
Editorial Losada
1972 - 1 edición
Tapa blanda, rústica sin solapas
215 páginas
Impreso en Buenos Aires (Argentina)
✶ ESTADO: 9/10. Excelente estado
Único detalle, marca de doblez en la contratapa (ver foto). El resto, impecable
Silvio Baldessari, probablemente el ilustrador de libros más prolífico de la Argentina, realizó todas las portadas de la colección Biblioteca Clásica y Contemporánea de Editorial Losada, además de numerosos trabajos en los que mantuvo su inconfundible estilo Picasso-pop-expresionista.
✶ SINOPSIS:
Los dibujos de Silvio Baldessari hablan por sí mismos. Sin duda, las palabras sobran. Apelo entonces a la buena voluntad de los lectores (no sé cómo llamar a quienes frecuentan humorismo gráfico) por esta intromisión inoportuna. El propio autor, además, asume en todo momento una actitud militante contra el blablá. Aprisionado en esta suerte de paradoja, sólo me restan salidas laterales, relevos de poca gracia. Pero hay rodeos que no son vanos: conducen al centro de un modo imperceptible.
Así existen tres tiempos en mi acercamiento a Silvio: el primero que seguramente comparto con miles de habitantes de estas y otras latitudes es aquel que me depararon sus múltiples trabajos de pintor, dibujante e ilustrador, sobre todo en ese medio común a ambos que es el libro; el segundo, más cálido y cordial, ha surgido del trato diario en la Editorial Losada durante los dos últimos años; el tercero, como siempre sucede ante personas inquietas y creadoras, se renueva a cada instante. Al respecto el orden de importancia es el inverso de mis conocimientos: Silvio no desaprobaría esto, y tampoco que yo dejase la página en blanco total, como testimonio último de la verdad que se esconde tras nuestros gestos y nuestras vanidades mundanas. Porque justamente lo que Silvio enseña, con su permanente apelación a las doctrinas orientales, al budismo zen en particular, pero también con su práctica cotidiana es un camino de vida, un despojamiento de los alardes individualistas y una consecuente recuperación de las esencias.
Esto no supone que Silvio sea un meditador fuera del espacio y el tiempo; como muy bien habrán podido comprobarlo a través de las páginas de este texto, él es un hombre comprometido con nuestra instancia histórica, aunque busque tanto en la línea como mediante el impacto configurativo trascender las meras circunstancias hacia el núcleo situacional básico, hacia el soplo duradero.
No creo que sea éste el lugar para renovar nuestras viejas discusiones y dispararle algún dardo artero (aunque, desde luego, no puedo comprender que en pleno invierno él repudie un vaso de excelente borgoña… a mi juicio, en este punto su espiritualismo linda con el más feroz masoquismo, qué embromar). Tampoco creo oportuno que yo intente contextualizar sus dibujos humorísticos, porque si algo sé acerca de esa rara especie de gigantes que encabezan Saúl Steinberg y André François, y en cuya primera línea forman Siné, Chabal, Bosc, Trez y Sempé; si alguna guía cierta me permite apreciar el trabajo de mis connacionales (Oski, Quino, Copi, Amengual, Caloi, Garaycochea y tantos otros); si hoy puedo distinguir entre el desafuero inventivo y el estilo sumiso; en fin, si algo he llegado a saber con respecto a estos tópicos, Silvio Baldessari tiene casi toda la culpa. Entonces, amigos, basta de blablá, y a releer (será mejor que diga: volver a observar detenidamente) los dibujos de Silvio, un hombre que ha hecho del humorismo el brazo armado de su impulso metafísico.
✶ CONTENIDO: Imagenes de Silvio Baldessari pertenecientes a esta edición
✶ EXTRA: "Dice Eugenio Juan Zappietro", texto perteneciente a esta edición
Quizás ocurrió cuando, viajero incalculable en torno al mundo que cada vez tiene menos tiempo para atravesar sus alegrías interiores, encontró los riesgosos caminos de Bosc, Françoiso Sempé. Con su conmovedora visión de la gente y su ciega búsqueda de la felicidad en su faltriquera, Silvio Baldessari desechó la palabra y pegó el alma del hombre con cuatro tachuelas en sus dibujos. Después, desnuda y sola como los sueños, la aherrojó en tinta china, recordó su infancia y la madurez, esa otra eterna infancia, y nos dio este libro increíble y profundo, a veces tierno y cruel. Sin epígonos ciertos en América, el humor visual de Baldessari trae la certeza del tempo del hombre, atrapado en los vectores infinitesimales de sus búsquedas de clown. Más filósofo que humorista, el artista atrapa en el trazo marginado por las palabras el bisturí impiadoso o el escalpelo sonriente. Quizás su trayectoria interior, sus hallazgos, recuerden a los maestros mencionados precedentemente; su dibujo y sus resultados le son propios. Nadie que no fuera Baldessari puede hacernos pensar que el humor, como la vida, no necesita muletas. Desde la Argentina, para el mundo, esta nueva manera intimista de reencontrarnos con nuestras esencias, nos provee de una importante visión cosmogónica de este universo privado que es la cómica y amarga realidad que nos rodea.
El Libro de los Seres Imaginarios (1967) de Jorge Luis Borges, con la colaboración de Margarita Guerrero. Portada y 27 ilustraciones en interior de Silvio Baldessari