1 cuota de $18.000,00 sin interés | CFT: 0,00% | TEA: 0,00% | Total $18.000,00 |
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1 cuota de $18.000,00 sin interés | CFT: 0,00% | TEA: 0,00% | Total $18.000,00 |
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3 cuotas de $7.749,60 | Total $23.248,80 | |
6 cuotas de $4.254,30 | Total $25.525,80 | |
9 cuotas de $3.183,40 | Total $28.650,60 | |
12 cuotas de $2.607,15 | Total $31.285,80 |
Buenos Aires por arte de magia
Eduardo Gudiño Kieffer
Ediciones de Arte Gaglianone
1987 - 1 edición
Tapa dura
82 páginas
Ilustraciones de Aniko Szabo
Tamaño: Cuarto Menor (23 x 23)
2000 ejemplares impresos en diciembre de 1987 en
Gaglione Establecimiento Gráfico (Chilavert 1136)
✶ ESTADO: 9/10. Excelente estado.
Sin detalles
✶ CONTENIDO:
INDICE
1- Palomas
2- Laberinto
3- Máyup Maman
4- Fantasma
5- Ninfa y fotografo
6- Korrigans
7- Cisne
8- Rosas
9- Salamanca
10- Homúnculos
11- Naranjos
12- Gato
13- Reloj
14- Puente
15- Chicos
16- Jacarandá
17- Palmeras
18- Telarañas
19- Nunca
20- Campanas y campánulas
✶ EXTRA: relato e ilustración pertenecientes a esta edición
TELARAÑAS
A principios de este siglo que no se resigna a morir, pese a las amenazas de guerras nucleares y catástrofes ecológicas, Buenos Aires recibía con los brazos abiertos a miles de inmigrantes europeos, en especial italianos. Entre ellos llegó a la ciudad una muchacha de dieciséis años, María Araneo. Era huérfana y venía sola para vivir con sus tíos, que tenían un hijo adolescente, poco mayor que María, moreno y enjuto y bello como un dios del mar.
En la modesta casa de chapas de La Boca transcurrieron unas semanas de alegría y felicidad. María sintió la obligación de ayudar económicamente a sus familiares, y empezó a hacer lo que aprendiera desde la primera infancia: tejer y bordar. Sus manos creaban maravillas: carpetas que parecían de espuma, delicadísimos manteles, encajes, pasamanerías, caos, festones. Obras de hada. Le salían tan perfectamente porque, mientras las realizaba, pensaba en su primo, aunque jamás se había atrevido siquiera a rozarle los dedos.
Pronto tuvo una clientela tan numerosa como fiel, lo que despertó la envidia de otra italiana, radicada desde mucho antes en el lugar, la signora Minerva Atenei. La signora Minerva Atenei, que no solo era tejedora y bordadora sino también un poco (muy) bruja, había puesto miradas y deseos inconfesa dos en el joven primo de la muchacha. Para sacársela de encima, la desafió a un con curso público. Y una tarde de verano, frente una entusiasta y vocinglera muchedumbre que no escatimaba apuestas, en el lugar donde hoy se retuerce la calle Caminito, las dos mujeres empezaron cada una su tarea. Si lo que salía de la habilidad y la experiencia de la signora Minerva era esplendidez, lo que salía de la inspiración y del genio de María era milagro. La votación popular fue unánime: María era la ganadora. Su trabajo superaba enormemente al de la otra. Esta, mala perdedora y presa de una cólera feroz, no se contentó con intentar herir a la joven con sus agujas, sino que también la acusó de mantener incestuosos amoríos con su primo. Era una calumnia, por supuesto, pero los tíos la creyeron y expulsaron a la niña de su casa.
La joven encontró refugio en un tugurio junto al Riachuelo, e intentó allí seguir con sus labores para ganarse la vida. En vano, los que antes le habían demostrado respeto y cariño, ahora la abandonaban. Y a su primo no le permitieron verlo nunca más. Humillada, desesperada y sin nadie a quien recurrir, enferma de soledad y de amor frustrado, María Araneo se ahorcó.
Entonces, recién entonces, no siempre es cierto aquello de que "más vale tarde que nunca", la signora Minerva sintió en el corazón las tenazas del remordimiento. Pero sus sortilegios no podían resucitar a la joven. Esa noche descolgó el cadáver, lirio marchito, y le inoculó un líquido mágico que ella misma preparaba en noches de luna lena. El cuerpo de María fue empequeñeciéndose cada vez más, hasta quedar reducido a una mota blanca de la que surgieron ocho patas veloces. La signora Minerva le devolvía la vida. Pero no una vida de mujer, sino una vida de araña. Entró luego a la casa del primo, que dormía en un sueño atormentado, y lo convirtió en mariposa nocturna.
Y las telarañas de María Araneo, tejidas con sutileza alquímica, consteladas de rocío al amanecer, enjoyaron por años y años la calle Caminito. Y serían aún hoy la mejor presea de ese rincón de Buenos Aires, si no fuera porque también allí llegó el progreso, y con el progreso un turístico pintoresquismo multicolor, y con el pintoresquismo la limpieza que no respeta ni si quiera las telarañas tejidas con amor. Pero María Araneo no se resignó: hoy teje antenas de televisión, puedes verlas si miras hacia arriba. No las teje para que los habitantes vean los estultos programas habituales, sino porque no pierde la esperanza de atrapar en ellas una falena. Una mariposa nocturna.