La primavera llegó en un carro tirado por caballos (cuentos)
(春は馬車に乗って)
Riichi Yokomitsu
Ediciones También el Caracol
2020
136 páginas
Traducciones directas del japonés: Masako Kano - Mariana Alonso - Gabriela Occhionero
Tapa blanda, rústica con solapas
Imrpeso en Buenos Aires (Argentina)
✶ ESTADO: 10/10
Nuevo
Riichi Yokomitsu fue una figura central de los círculos intelectuales y artísticos de Japón durante más de dos décadas. Fundó, junto con su amigo Yasunari Kawabata y otros escritores ilustres, la escuela de las nuevas sensaciones Shinkankaku-ha . Influenciados por las vanguardias europeas y el cine, el grupo planteó una nueva metafísica de la percepción, la subjetividad y el pensamiento. Algunas de sus obras más reconocidas son Haru wa basha ni notte La primavera llegó en un carro tirado por caballos , Kikai Máquina , Atama narabini hara Cabezas y vientre y Nichirin El sol.
✶ SINOPSIS:
En el cuento que le da título a este libro, un gato callejero entra a un estudio y ocupa el lugar que dejó la tortuga. Así nos ocurre con Riichi Yokomitsu, que con estos cinco relatos se cuela, tan desconocido como despreocupado, por entre los grandes sabios para reclamar el espacio que por derecho también le pertenece. Yokomitsu carece de misericordia, pero sus personajes están plenos de compasión; paranoia y generosidad van de la mano. La primavera llegó en un carro tirado por caballos es un libro conmovedor, casi epifánico, sobre los padecimientos ajenos y propios, muchas veces autoinflingidos.
Acompañados por un prólogo a cargo de Miguel Sardegna y del obituario que le dedicó Kawabata a su admirado amigo, nos adentramos a este autor con la certeza creciente de tener entre las manos a un nuevo clásico, en esta traducción directa del japonés que incluye relatos jamás traducidos antes.
✶ CONTENIDO:
INDICE
- Prólogo
- Obituario por la muerte de Yokomitsu, por Yasunari Kawabata
1- Tesoro
2- Una mosca
3- La primavera llegó en un carro...
4- Máquina
5- Tiempo
✶ EXTRA: Riichi Yokomitsu, el japonés que se escapó del canon. Por Fernando Krapp
Escritor de la primera mitad del siglo veinte, amigo del futuro Nobel Kawabata, Riichi Yokomitsu fue aclamado por la crítica de su tiempo pero finalmente quedó fuera del canon de la narrativa japonesa. Ahora, una edición argentina rescata un conjunto de sus cuentos bajo el título La primavera llegó en un carro tiirado por caballos.
Riichi Yokomitsu es un escritor japonés de quien no habíamos tenido noticias en español hasta que la editorial argentina También el caracol, decidió publicar una selección de sus cuentos. Curada y seleccionada por el escritor Miguel Sardegna, y traducida directamente de su idioma original por Masako Kano, Mariana Alonso y Gabriela Occhionero, La primavera llegó tirada por un carro tirado por caballos cumple una doble y grata función. Por un lado, inicia al público lector en otro escritor clave para entender la gran revolución literaria que Japón tuvo en el período de entreguerras, y por el otro inaugura, en una editorial de apenas dos años de edad, la colección “Bosque de bambú”, dedicada íntegramente a la literatura del sol naciente.
En un extenso estudio preliminar, Miguel Sardegna aporta datos para contextualizar la lectura. Yokomitsu fue un escritor aclamado por la crítica y sus contemporáneos que, con el paso del tiempo, no encontró su lugar en el canon ni en las revisiones críticas. Nacido en 1898, empezó a publicar sus primeros cuentos a una edad muy temprana, poco antes de ingresar en la Universidad de Waseda en donde estudió literatura. Atraído por los cambios culturales y por el avance de la modernización, sumado a la inestabilidad bélica y al afán imperial de Japón, Yokomitsu se rodeó de otros escritores, entre los que se encontraba su amigo Yasunari Kawabata. Esos escritores estaban muy vinculados con cineastas de vanguardia y pintores modernos, que buscaban una nueva forma de expresión estética para canalizar la experiencia temporal y espacial que se vivía en ese período. De este modo formaron un movimiento llamado “la escuela de las nuevas sensaciones”.
Resulta llamativo que el nombre de Yokomitsu no aparezca en Claves y textos de la literatura japonesa, un manual escrito por Carlos Rubio, libro ineludible para ensayar una lectura sobre la literatura japonesa desde la lengua española. ¿Qué lugar ocuparía Yokomitsu en el canon japonés? Rubio, en su ya célebre prologo, señala que la literatura japonesa tuvo “movimientos de flujo y reflujo”. La metáfora marítima le permite a Rubio destacar los movimientos que tuvo la cultura, a lo largo de la historia, cuando introdujo elementos extranjeros o bien cuando cerró las fronteras a toda contaminación cultural. De este modo, Japón introdujo elementos de China, como el confucionismo, el zen y el alfabeto antes de cerrar sus puertos durante los yogunatos, y luego, muchos años después, introdujo elementos de la cultura europea con la llegada de los Jesuitas y los comerciantes holandeses.
El gran golpe occidental llegaría en 1866 en la conocida Restauración Meiji que supuso uno de los cambios más radicales dentro de cultura hasta el día de hoy. El Emperador Meiji abrió las fronteras de la Japón feudal iniciando así uno de los procesos modernizadores más ambiciosos y emblemáticos de la historia del archipiélago. Desde el sistema educativo hasta los modos de convivencia, Japón recibió el influjo occidental en todos los aspectos de la vida social, económica y política. La literatura no estuvo exenta. A comienzos del siglo XX, la literatura estaba signada por las confesiones del yo. Amparada por años de status quo y por una efusiva crítica académica, la literatura del yo japonesa (shishōsetsu) tuvo una larga tradición que se remonta hasta el medioevo con libros como El libro de la Almohada de Sei Shōnagon o el Genji Monotagori de Murasaki Shikibu. No fue hasta entrado los primeros años del siglo XX, con la publicación de Futón de Katai Tayama en donde el género encontró su apogeo estético, crítico y comercial. Tayama narra allí, varios años antes que Nabokov, las penurias de un profesor enamorado de una alumna mucho más joven que él. La verdad del hecho literario estaba en el interior del escritor, en la confesión detrás de un halo social siempre amparado bajo el uso de las formas.
Para Yokomitsu y otros compañeros de generación la literatura no solo estaba en el interior sino también por fuera. La gran influencia (o flujo, parafraseando a Rubio) en la escritura de Yokomitsu fue la imagen y el montaje cinematográfico. La experiencia del cine abría las posibilidades de la experiencia literaria. Porque para los jóvenes de “La escuela de las sensaciones” la literatura estaba en la percepción del espacio, en la inasible captura del tiempo. Varios años después de la experiencia como “flaneur” de Baudelaire, y en pleno apogeo de la apertura Meiji, escribir desde las sensaciones podía considerarse un gesto político. Mientras la confesión de la literatura del yo seguía encorsetada por una forma insular cuyos límites estaban delimitado por la interioridad, abrirse hacia la experiencia del mundo era un modo de cruzar un límite, de mover la mirada de adentro hacia fuera. Los cuentos de Yokomitsu reflejan ese movimiento y ese gesto imperioso.
Cinco cuentos componen esta breve antología. Cinco cuentos que registran de un modo lateral los cambios en la percepción sobre el entorno social. En “Tesoro” un hombre se obsesiona con su sobrina bajo parámetros obsesivos y amorosos. En “La primavera llegó en un carro tirado por caballos” una pareja atraviesa descarnadamente una enfermedad sin concesiones ni moralinas. En “Mosca”, como en un cortometraje moderno, ensayó un relato polifónico centrándose en un detalle nimio. Y en los últimos dos cuentos que cierran el volumen, la narración se vuelca hacia el monólogo sin perder potencia narrativa. En “Máquina” la voz del narrador cuenta los manejos de unas fórmulas químicas de una fábrica, hasta perder toda veracidad sobre los hechos narrados, mientras que en “Tiempo” un grupo de actores, escapados de una película sin rodaje, sucumben ante el principio de realidad.
Edición japonesa con estuche del libro La primaverra llegó en un carro tirado por caballos.